"Puse mis zapatos frente a la chimenea, Santa Claus me trajo pies" (Philippe Geluck)
Querido Santa de mi corazón,
No sé si he sido lo suficientemente buena este año para merecer tu oído atento por una fracción de segundo, o al menos una migaja de tu curiosidad, pero no cuesta nada intentarlo. Después de todo, pareces inclinado a consentir a algunas personas muy desagradables (comprende aquí: mucho más desagradable que yo), así que me digo que no soy peor que otro. "Pide y se te dará", está en la Biblia, por lo que vale. Entonces, te estoy escribiendo, como la niña de seis años que antaño fui.
Como de costumbre, fiel a mí misma y a mi legendario entusiasmo, quiero todo tipo de cosas. Los humanos somos así, queremos todo, ahora mismo y aquí, como Ariane Moffatt[1] muy bien lo canta (supongo que conoces la canción, ya que todo lo sabes). No soy la excepción. Quiero todo. Material, momentos inolvidables, utopía. Quiero el último libro de Dany Laferrière (firmado, si es posible, pero bueno, lo sé, soy codiciosa). Nuevos guantes de boxeo Rival para saco. Un boleto de avión para Albania o Colombia. Un Thermomix. Una cintura fina. Un mejor cardio. Fuerza de carácter. Éxito al trabajo. Tomar las decisiones correctas. Tener el valor de mis ambiciones. Un campeonato de la MLS para el Impact de Montréal. Que quites a todos los malditos payasos y a las mascotas de mi camino para el próximo año.
Y pues, quiero divertirme. Tener mil oportunidades para usar mis zapatillas "Barbie". Ya sabes, aquellas bien brillantes con el nudo gigante en el costado que hice entregar a Las Vegas a la casa de mi amigo Li para ahorrarme los costos de envío a Canadá (lo sé, soy cheap), y él me las trajo amablemente cuando viajamos a México en enero pasado (al igual de Félix Leclerc, mis zapatos han VERDADERAMENTE viajado mucho antes de encontrar mis piecitos[2]). Quiero beber burbujas y comer tártaro de salmón noche y día, y fanfarronear un poco, ni más ni menos. O no hacer nada de eso si prefieres ofrecerme una hermosa barriga bien redonda. Porque un hijo me haría feliz, y eso, a pesar de que comprometería la cintura fina pedida en el párrafo anterior y me tendría que privar de tártaro durante nueve meses. ¡No podemos tener todo, ya sé! Un bebé sería el regalo ideal, y contentaría a dos personas al mismo tiempo, pero eres tú quien decide al final. Solo hago algunas sugerencias para inspirarte.
Sé que puede ser muy enfadoso tener que ser creativo cuando gestionas los deseos de todo un planeta. Por falta de presupuesto (porque sé que estoy de última hora con mi carta y casi has completado tu año), puedo organizarme de manera diferente para lograr mis objetivos y así contentarme con alegría para esta Navidad de vivir una experiencia de "corner woman" en una verdadera gala de boxeo (una con sangre y ojos morados, ¡sí, así de violenta soy, carajo!), de un poco más de paz en el mundo o de una reunión en algún rincón del universo con mis amigas Hend y Özlem (ha pasado demasiado tiempo desde que nos vimos y las extraño muchísimo). ¿Ves? Soy súper conciliadora. Supongo que esto cuenta en tu matriz de evaluación de mi mérito anual. Ojala y compense por mis cambios de humor, al menos.
Permítame también aprovechar (ya que me leerás de todos modos) para hacerte una lista muy especial, porque no paso todo el día mirándome el ombligo, fíjate. Ya sabes quién me importa, no creo que necesite enumerar cada uno de ellos. Sería muuuuuy largo y me daría miedo olvidar a alguien. Pero si pudieras regalar la salud a aquellos a quienes decidí hacer un lugar en mi vida, sería realmente bonito, y eso, y hasta aceptaría que no me dieras nada a mi en intercambio. Si tienes que elegir, piensa en mi abuela, mis sobrinas, mi esposo, mi familia. Piensa en mis suegros. A mis mejores amigos. Si te sientes realmente generoso y lleno de recursos, encuentra una cura para el cáncer, el Alzheimer y la esclerosis múltiple. Contra todos estos males que nos afligen y que hacen sufrir nuestro entorno además de destruirnos lentamente. Ok, ok, no eres un mago, solo haces regalos y los entregas. Creo que me emociono un poco demás, pero deberías pensar en diversificarte; Amazon te hace una seria competencia. La magia sería un nicho interesante y lucrativo. Apuesto que intercambiar el ¡Ho! ¡Ho! ¡Ho! por el abracadabra de vez en cuando podría traerte nuevos seguidores.
Por más que he pretendido desde mucho tiempo no creer en tu existencia y, como una regordeta avestruz la cabeza enterrada en la arena caliente, creer en mi propia mentira de Pinocho, sé, en el fondo, que eres real. Que me observas. Que me cuidas. Que sabes lo que tengo en lo profundo de mi corazón. Gracias por nunca haberme olvidado, no importa en qué parte del mundo yo pasaba mi tiempo.
Te deseo una feliz Navidad. Abrazo,
Marie-Eve, de Rimouski.
PD: Abraza a tu esposa de mi parte y no comes demasiadas galletas bañadas en leche. La lactosa hace hinchar. True story.
[1] Letra de Je veux tout, de Arian Moffatt.
[2] Referencia a la canción "Moi mes souliers" de Félix Leclerc.