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Nosotros los nostálgicos drásticos…


"El pasado tiene más fragancia que una arboleda de lilas en flor". (Proverbio chino)


Últimamente, he notado que no importa de qué generación estamos hablando, no cambiamos para nada, al menos cuando se trata de comparar el presente con el pasado e imaginar el futuro. No importa quiénes somos, nos encanta locamente decir a quien quiere (o no quiere) escuchar que era mejor cuando éramos jóvenes, que la generación de hoy no tiene lo que se necesita para enfrentar a las realidades de nuestra sociedad y el mundo de mañana va a ser horrible y inhabitable (olvidando, por supuesto, que un niño que tiene veinte años no es responsable de los descarríos actuales relacionados con el calentamiento global, con la deuda interna, la inequidad entre ricos y pobres, la deshumanización de los servicios públicos recibidos y las guerras civiles en todo el planeta). Como si los jóvenes de hoy hubieran echado a perder la Tierra, cuando en realidad aun están en la escuela tratando de aprender un poco. Pero repetir el pasado para cebar quien sea con magníficas frases al estilo: "¡antes era mucho mejor!", "Antes, jugábamos afuera", "Antes nos hablábamos de verdad", "Antes comíamos mejores alimentos", esto no es un concepto nuevo. Culpamos a nuestros padres por hacerlo, ellos reprocharon lo mismo a sus padres, y estamos haciendo lo mismo con los jóvenes, que ya lo están enfatizando suspirando y poniendo los ojos en blanco como profesionales de la cosa. Si dices lo contrario, eres un mentiroso de primera calidad.


Resulta que en Quebec, en estos días, se habla mucho (demasiado) de una serie de televisión de culto para niños llamada Passe-Partout, que fue muy popular a finales de los años setenta y durante los años ochenta. Si no eres un Quebequés, Google puede mostrarte con mucho placer de qué se trata en unos pocos clics (y quizás traumatizarte para siempre, ¿quién sabe?). Soy un orgulloso miembro de la generación Passe-Partout, habiendo nacido en 1979. Esta serie, todos la seguimos religiosamente aquí. Eramos tan gagá de este programa que veíamos el mismo episodio tres veces en menos de veinticuatro horas, mucho antes de la era de lo digital (Radio-Quebec televisaba la repetición del día anterior la mañana siguiente y también después de mediodía, mientras que el nuevo episodio pasaba a las seis de la tarde). Los fines de semana, nos entristecía mucho no poder continuar de seguir las aventuras de nuestros personajes favoritos: Passe-Partout, Passe-Careau, Passe-Montagne, Cannelle y Pruneau, y el lunes por la noche estábamos todos en silencio instalados frente a nuestras pantallas, listos para cantar nuevas canciones y escuchar historias con ellos. Cuando el programa dejaba de pasar, al comienzo del verano, yo lloraba, lo tengo que admitir.


El escándalo del día, para hacerte una historia corta, es que una nueva versión de esta serie está a punto de ver el día. ¡Sacrilegio! El clásico será adaptado con nuevas caras para acampar los personajes, y probablemente con un nuevo concepto para actualizar el fenómeno. Fue suficiente para un grupo de treintañeros y de cuarentones para que se indignen y escandan su disgusto (sí, ¡es tan dramático como eso!) relacionado con esta loca idea. Podemos leer en abundancia (y no sin reírnos un poco) en las redes sociales comentarios como: "¡Nadie debería modificar a un clásico!", "¡No toquen a obras maestras!", "No quiero que mis hijos vean esto. Prefiero presentarles la versión original, porque sabemos que la original siempre es mejor que la copia", "¡No voy a ver eso!" En resumen, da la impresión de que una generación entera entró en guerra por algo que aún no ha salido, ¡Y POR LO TANTO QUE UNO NO PUEDE CRITICAR! No tuve otra opción más que de estallar en carcajadas al pensar que ninguno de los detractores de la nueva versión es parte del público meta del programa. Esto ya debería sonar una campana en nuestro cerebro para recordarnos razonar antes de hablar. ¡Come on! ¿Crees que tu versión de los años setenta será más instructiva para tu pequeño que la versión moderna creada cuarenta años después? ¿Crees de verdad que los conceptos de tu pequeña juventud todavía están de actualidad, tú que naciste en una época en la cual teníamos que ir al banco para cambiar su cheque de pago y dónde el Internet, las computadoras personales, los teléfonos celulares, la telerrealidad, la equidad salarial y la tecnología 3D no existían? ¿De verdad crees que solo es suficiente referir a los valores difundidos en la versión original para interesar a la generación de hoy, una generación que nació sin bromear en un baño tecnológico desbordante y con esa mentalidad sky is the limit? ¿Y realmente crees que es un gran statement si boicoteas los episodios nuevos, tú que tienes cuarenta y dos años?


Cuando dices: No toques a un clásico, ¿quieres decir que NUNCA deberíamos cambiar algo que una vez funcionó? Cuando se habla de un programa de televisión, el clásico al que te refieres no se verá afectado. Aun existirá mañana, y nada impedirá que veas los viejos episodios cantando las canciones que conoces de memoria, la boca llena de palomitas de maíz cuando te guste hacerlo. Los jóvenes harán lo mismo, pero con nuevas rimas, frente a una versión que los sorprenderá y que será apropiada para el mundo de hoy. Evolucionamos. Así es el ser humano. No siempre podemos aferrarnos a nuestros recuerdos, como si fuéramos a caernos mientras relajamos los dedos un poco. E incluso si caímos, ¿no estamos entrenados para levantarnos? Piénsalo un poco!


De acuerdo, no soy mejor que los demás, lo admito. Me escandalicé cuando una nueva versión de la canción Zombie, originalmente un éxito de The Cranberries, fue estrenada a principios de este año. Es porque las letras cambiaron la letra, y eso no me gustó para nada. Además, la salida de la versión moderna de la canción coincidió con la muerte de Dolores O'Riordan, la voz de The Cranberries, que se murió de una sobredosis de fentanilo, entonces, me emocioné y me dije que no le iba a mostrar interés a la canción ya que aprovechaban de su muerte para hacer dinero... Hasta que busqué más y descubrí que era la propia Dolores quien estaba trabajando en este proyecto con el grupo Bad Wolves, pero se murió el fin de semana en el cual debía grabar la canción con ellos. Por lo tanto, la nueva versión fue lanzada sin Dolores. Sin embargo, con o sin ella, la canción tiene la increíble posibilidad de heredar una segunda vida en un momento en que su contenido, alterado justo donde se necesitaba, comienza a tener sentido otra vez. Si dejo mis emociones de lado, me doy cuenta de que no tengo que amar u odiar la versión 2018. Simplemente puedo decidir de no escucharla y seguir adelante. O, por el contrario, ponerme nostálgica y cantar en voz alta en el auto, diciéndome que Dolores había aprobado.


Siempre tenemos la posibilidad de elegir, en la vida, pero sin ofender a los amantes del pasado, historiadores improvisados y nostálgicos de aquellos buenos pero viejos tiempos, los jóvenes de hoy tienen sus ojos bien clavados en lo que está sucediendo delante. Cuanto más nos quejamos y criticamos sus elecciones, más nos convertimos en cargas que tendrán que arrastrar detrás de ellos. También debemos recordar que los jóvenes no siempre obtienen lo que merecen. No tienen más remedio que mirar al futuro con lo que les dejamos... y con lo que les quitamos. Porque para quitar, somos excelentes. Y solo porque una generación haya construido instituciones fuertes, un sistema más equitativo y mejor estructurado y haya sentado las bases para las condiciones actuales, no significa que también se haya preocupado por el medioambiente y por el desequilibrio económico global.


Razonando de esta manera, no creo que los nuevos episodios de Passe-Partout sean una amenaza real para la generación que la devorará. Déjalos juzgar por sí mismos. Y tú, papá de treinta y nueve añitos que se indigna antes de ver un pedazo de la nueva edición, vete a hacer otra cosa (una cosa de adultos, por fa.) y deja que tu hijo sea un niñito de su época en paz.


| par La vie est un piment

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